Gasta $ 1,200.00 para obtener envío gratuito

Por EM Nutricion

Comer por hambre o hambre por comer

Alberto Isaac Mendoza Torres

Sin importar el grado de escolaridad al que hayamos llegado, estoy casi seguro de que todos nos sabemos la premisa fundamental de la vida que nos enseñaron en la escuela: “los organismos vivos tienen un ciclo: nacen, crecen, se reproducen y mueren”. Así de simple nos enseñan la vida biológica. Claro que estamos siempre tentados a reducir a esta simple ecuación lógica nuestra propia vida porque somos otros organismos vivos en este planeta llamado Tierra.

Entonces creemos que todo lo que le pase a nuestro cuerpo estará sí o sí sujeto a esta ley.

Para el caso que nos atañe, creemos siempre que comemos por hambre. Y si tenemos problemas con la ingesta de alimentos ya sea porque se come en demasía o porque se ha dejado de hacerlo responsabilizamos al apetito y lo procesos metabólicos de nuestro cuerpo biológico.

Y puede que de cierta manera se así. Pero sólo de cierta manera.

Es real que puede existir desequilibrios hormonales, fisiológicos que estén influyendo en los atracones de comida, en el ayuno no planeado, en la pérdida incontrolable de peso o en el aumento de este apenas olemos la comida.

Sin embargo, el ser humano, sin importar su condición biológica no solamente se rige bajo los principios que en la secuela nos obligaron a aprender. Hay otros dos factores que influyen determinantemente en nuestra ingesta de alimentos: el cultural y el psicológico.

Tan sencillo es darse cuenta, como detenernos a pensar en lo que decimos o nos dicen cuando se va a consulta para tratar de bajar de peso: “es que sus hábitos alimenticios no son los adecuados…”. ¡Exacto! Nos hablan de hábitos, y los únicos organismos que tenemos hábitos somos los humanos. Los demás seres se sujetan solo a la cadena nacer-crecer-reproducirse-morir.

Si aceptamos el enunciado hábitos alimenticios estamos entonces dando por sentado que nosotros no comemos (únicamente) por hambre, sino que en este proceso se incluyen de entrada factores culturales y desde luego psicológicos.

Estos dos factores son incluso más poderosos que el primero. Y es fácil también comprobarlo. Cualquier organismo vivo se alimenta de lo que haya, no somete su comida a procesos de higiene, cocción, emplatado o convivencia. Mientras que sea algo comible y no represente riesgo no para su salud, sino para su vida, dará cuenta de él en un santiamén. En el momento en que tenga hambre, no antes ni después.

Seguro en este punto usted puede pensar que, con su gato, su perro o su perico no funciona así que debe hervirle las zanahorias o que un cambio en las croquetas o el alpiste le hace visitar al veterinario. Bueno, es que aquí estamos hablando de animales humanizados, es decir que ya entraron a un proceso de culturización. Ya no solo es un perro, un gato o un perico, ya tiene un nombre propio, como nosotros.

Así es que en este espacio que hoy abre EM Nutrición habremos de hablar de todos esos factores que están influyendo en tus hábitos alimenticios y que ni siquiera te habías dado cuenta. Intentaremos que trates de identificarlos todos al grado tal que puedas preguntarse si estás comiendo en realidad por hambre o lo que tienes es un hambre por comer.